Introducción
Es una realidad que las emisiones provenientes del transporte no dejan de incrementarse. De hecho, el número de vehículos a nivel mundial ha aumentado en tal magnitud, que en las ciudades con frecuencia la cantidad de vehículos excede su capacidad de circulación máxima, aumentando el tiempo que pasan detenidos con el motor prendido y, por lo tanto, quemando una mayor cantidad de combustible, lo que agrava el problema de contaminación.
Por lo tanto, dada la alta dependencia en combustibles fósiles, el transporte representa el 65% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en las ciudades.
Respecto a las emisiones de contaminantes que afectan la calidad del aire, el 75% del material particulado 2.5 (PM 2.5) proviene del transporte de carga y autobuses, mientras que, en el caso de los óxidos de nitrógeno (NOx), el transporte es responsable del 88% (Carbon Trust, 2018).
Las emisiones vehiculares afectan la salud y el medio ambiente por dos vías: i) la generación de emisiones de GEI que contribuye al cambio climático lo que, tiene un impacto importante en la calidad de vida y salud de las personas y ii) la emisión de gases contaminantes que alteran la calidad del aire y perjudican directamente la salud de las personas.
En el presente artículo proponemos a la electromovilidad como una medida para combatir esos dos grandes problemas, evidenciando la disminución de emisiones de GEI y la eliminación de contaminantes locales que se puede lograr al reemplazar la flota actual de transporte público en la Ciudad de México por una flota eléctrica, e informando sobre el impacto de estas emisiones en la calidad del aire y en la salud de las personas.
Electromovilidad
Una pregunta que se cuestiona frecuentemente en relación con la electromovilidad es si en efecto se produce una disminución de emisiones considerando todo el ciclo de vida, desde la extracción de materia prima y manufactura, hasta el destino final de ambas tecnologías (vehículos de combustión y eléctricos).
Actualmente en el proceso de fabricación, los vehículos eléctricos producirán más emisiones de GEI que un vehículo de gasolina promedio porque las baterías de iones de litio requieren muchos materiales y energía.
Sin embargo, una vez que los vehículos salen a las calles y comienzan a operar, las emisiones del proceso productivo son compensadas, particularmente cuando se trata de una operación intensiva.
De esta manera, contrabalancean las emisiones del proceso de fabricación, a diferencia de los vehículos convencionales, que emiten CO2 durante todo su ciclo de vida (Reichmuth et al., 2020).
Adicionalmente, las fuentes de energía para producir la electricidad con la que se cargan los vehículos tienen el poder de reducir aún más las emisiones de GEI cuando estas provienen de fuentes renovables. Sin embargo, aún con una matriz energética como la que tiene actualmente México, que no es predominantemente de fuentes renovables, existe una reducción considerable de emisiones de GEI.
No hay duda de que existen oportunidades para reducir las emisiones de carbono en todos los tipos de vehículos.
El objetivo es reducir la emisión de carbono durante la fabricación y el ensamblaje de los vehículos eléctricos y aumentar la penetración de fuentes renovables de energía en la matriz energética a nivel global, para que estos representen una mejor opción para el mercado.
1 Comments
Comments are closed.